¿QUÉ DISTORSIONES COGNITIVAS SOLEMOS HACER Y CÓMO ACTIVAR NUESTROS “SOFT SKILLS” PARA PROTEGERNOS?

Como la misma expresión indica una “distorsión cognitiva” pensamos que, coloquialmente, lo podemos definir como la “capacidad que todos tenemos de engañarnos a nosotros mismos” y para la que, algunos, solemos ser maestros. El objetivo de nuestro artículo de Skillsbook de esta semana es conocer estos factores, a través de ejemplos prácticos, para que nos traicionemos menos fácilmente.

En primer lugar, nos encontramos con el “pensamiento Polarizado”; por ejemplo, a veces puedo llegar a sentir como un fracaso recibir un notable de una prueba o examen que haya realizado, porque normalmente puntúo con sobresaliente. Mi marco mental positivo debería ser que lo hice genial, aunque no tan bien como lo suelo hacer. Por tanto, mi adaptabilidad o flexibilidad deberían entrar en juego y mi autoestima no debería sentirse dañada.

También son típicos los “filtros Mentales”; por ejemplo, recibo una evaluación del desempeño bastante positiva, pero no puedo evitar obsesionarme con un comentario negativo que mi jefe hizo sobre mi tiempo atrás, o pienso que, pese a a la evaluación positiva, posiblemente es un error y simplemente ha sido suerte. Es evidente que mi nivel de compromiso, mi productividad y mi implicación no deberían verse afectadas para nada, sino todo lo contrario.

La “sobregeneralización” es otra de las típicas distorsiones que hacemos; nos equivocamos en una presentación importante y pensamos que somos incapaces y que nunca más podremos hacerlo correctamente, olvidando que nos hemos equivocado muchas veces y que siempre nos hemos recuperado y trabajado duro para superar el fallo. Simplemente tenemos que activar nuestra resiliencia y toleracia al fracaso para dejar de exagerar.

La “precipitación de juicios”, cuando vemos que un amigo o nuestra pareja nos pone mala cara o tiene mala expresión corporal, rápidamente tendemos a sacar conclusiones de que es nuestra culpa y no quiere saber nada de nosotros o, por ejemplo, pensar que hoy tendremos un mal día sin ningún motivo aparente. Nuestro marco mental positivo debería activarse y pensar que quizás nuestra pareja está enferma y sólo pone esa cara porque no quiere contagiarnos, o pensar que, pese a los grandes retos de mi día, los voy a superar. De nuevo, la resiliencia, la autoconfianza y el autocontrol, debería tomar parte de estos malos pensamientos.

El ser “catastróficos” también es muy típico. Sea magnificando los factores, como por ejemplo porque hay mucho tráfico en nuestro camino al trabajo solemos pensar que nunca llegaremos. O minimizándolos, cuando ganamos un premio pero le quitamos toda la importancia porque ya lo ha ganado mucha gente antes. En el primer caso, el marco positivo diría que quizás lleguemos tarde, pero llegaremos bien y mientras podemos aprovechar el tiempo escuchando la radio y, en el segundo, debería salir a relucir nuestra autoestima y nuestro agradecimiento por ganar un premio.

La “autoculpabilización” también es habitual. Por ejemplo, llegamos tarde a una comida y, porque vemos que no hay buen ambiente, entre los comensales de la mesa, pensamos que es nuestra culpa por el retraso, en lugar de pensar que quizás no están disfrutando del evento por otras causas. No podemos controlar lo que la gente siente o hace, debemos poner en marcha nuestro dinamismo y energia para superar este marco mental negativo. También es muy habitual, por ejemplo, que tenemos tendencia a culpar a los demás cuando nos han acostumbrado a culpabilizarnos. Es un autoengaño, que debemos superar y seguir adelante.

Cuando alguien en el trabajo hizo un error que tuvo consecuencias graves solemos considerarlo estúpido/a y, pensar, que ahora tendremos que volver a hacer todo el trabajo de nuevo. A esta distorsión se le llama “etiquetar”. Deberíamos pensar que esto puede suceder y que, no pasa nada por tener que arreglar el problema. La próxima vez, seguro que se hace mejor. El trabajo en equipo y la conciencia colectiva deberían ser más importantes que nada.

Típico también es la distorsión cognitiva de pensar que “somos perfectos” y nunca nos equivocamos. Lo denominamos exceso de “narcisismo”. No estamos de acuerdo cómo alguien ha hecho una tarea y se lo decimos , porque estamos convencidos que nosotros tenemos la verdad absoluta. En realidad, sin embargo, no podemos estar seguros de qué método es el mejor hasta que lo hemos probado nosotros mismos, en esa misma situación, así que, ¿no sería mejor probar el método de los otros y ver realmente que resultado ofrece, antes de criticarlo y pretender tener la verdad absoluta?. Nuestra empatía y capacidad de escucha deberían actuar, en este caso.

También los “sobre razonamientos emocionales” son habituales, cuando por ejemplo pensamos que nuestra pareja está siempre con mucho trabajo y eso es porque no quiere pasar tiempo con nosotros, en lugar de pensar que, realmente, la causa es la que es, en lugar de negativizar. Seguramente nuestra pareja estará encantada de estar con nosotros cuando no tenga tanto trabajo. Adaptabilidad, flexibilidad, de nuevo…

Estaremos de acuerdo que, todos estos marcos mentales, de los que, como decíamos al principio, la capacidad de “autoengañarnos” es el núcleo de todos ellos, y del que podríamos poner cientos de casos, en estos tiempos de pandemia, por ejemplo, ¿quién no se ha autoengañado pensando negativamente pensando en su incapacidad personal de protegerse ante el virus o de proteger a su familia?, en lugar de reconocer que no podemos controlar al virus (al menos no a nivel individual), pero sí que podemos minimizar riesgos aplicando bien las medidas de autoprotección.

O, por ejemplo, cuando promocionan a un compañero de trabajo antes que ha nosotros, que pensamos lo merecíamos más que él o ella, en lugar de pensar que no podemos controlar las decisiones de los demás, dejarlo correr y estar agradecidos por el sólo hecho de tener trabajo, que es más que mucha gente hoy día.

Por tanto, sólo por estas cotidianas “distorsiones cognitivas” que todos solemos sentir y sufrir, en mayor o menor medida, en unos  u otros momentos y situaciones, quizás vale la pena pensar que, un buen entrenamiento de “soft skills”, sería una potente vacuna y/o prevención, que nos ayudaría a una mayor calidad de vida y a disfrutar de una mayor satisfacción personal.

Submit your response