HASTA QUÉ PUNTO SOMOS SUFICIENTEMENTE FLEXIBLES, RESILIENTES Y NOS ADAPTAMOS A LOS CAMBIOS?

Ser flexible, resiliente y adaptable supone; tener gran control de nuestras emociones y saber gestionarlas, tener claro que nuestra conducta y sentimientos sólo dependen de nosotros mismos, saber modificar dicha conducta y sentimientos en función de los cambios del entorno, conocernos muy bien y automotivarnos muy bien, ser humildes, anti dogmáticos, versátiles y, por encima de todo, muy autocríticos.

Podemos cuestionar ¿hasta qué punto los profesionales-personas somos excelentes en todo este decálogo de habilidades?. Posiblemente, aquellos que reúnan gran parte de estas habilidades y, además, sean honestos y sinceros, reconocerán que el margen de mejora es inmenso. Nadie nos ha formado de forma académica y estructurada, ni en la escuela, ni en la universidad, ni en el ámbito familiar o personal, para todas estas habilidades. Además, la formación informal, depende mucho del entorno vital en el que cada uno se ha desarrollado durante su vida y de los referentes e influencias, más o menos significativos, que cada uno nos hemos ido encontrando e interiorizando.

Por todo ello y con los nuevos paradigmas sociales, éticos y económicos que se nos avecinan en el SS.XXI, pensamos que desarrollar estos aspectos de nuestro perfil es una obligación inaplazable. Sólo hace falta ver, la necesidad de resiliencia y flexibilidad que nos está exigiendo la pandemia del Covid.

Y desarrollar dichas habilidades formalmente requiere, de nuevo, diseño, estructura, formalidad, medición, método, registro y evaluación del impacto que nuestros cambios y mejoras nos aportarán. Si no hacemos todo esto, quizás podría seguir pareciéndonos innecesario crecer, en este “soft skill”.

Si, por el contrario, diseñamos planes de evaluación de nuestra flexibilidad, adaptabilidad, resiliencia, tolerancia a la presión, etc, etc…., diseñamos planes de mejora sistemáticos de las mismas, los ejecutamos, los medimos y evaluamos su impacto en la mejora de nuestros procesos o realidades tangibles, nos convenceremos mucho más a nosotros mismos no sólo de su necesidad sino también de su aportación de valor.

Es obvio, de nuevo, que el liderazgo de dichos procesos deben encabezarlo los Líderes, Directivos, Gestores y Managers de las Organizaciones pues, son ellos, los responsables prioritarios de que las Compañías y Corporaciones se desarrollen. Son ellos los responsables de retener el talento y de aprovecharlo en beneficio de las mismas. Pero no son los únicos responsables. Los interesados también son responsables. Todos somos responsables pero, sobre todo y aún más crítico, todos necesitamos ser más flexibles, resilientes y adaptables.

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